viernes, 7 de diciembre de 2018

TEMA: LA ESPAÑA DEL SIGLO XIX (4º ESO)

TEMA: LA ESPAÑA DEL SIGLO XIX (4º ESO)
INTRODUCCIÓN
A pesar de las reformas del Despotismo ilustrado, a finales del siglo XVIII España seguí manteniendo los rasgos propios de una sociedad feudo-señorial y un régimen político incapaz de resolver los problemas que asolaban el país.
No obstante, durante el siglo XIX se experimentaron, como en el resto de los países de Europa occidental, una serie de cambios que dieron lugar a la instauración de un régimen liberal, mientras que la sociedad estamental propia del Antiguo Régimen fue sustituida por la sociedad de clases.
Aún así, fue un siglo convulso, protagonizado por varias guerras civiles y numerosos pronunciamientos. La industrialización del país apenas se llevó a cabo, mientras que, a pesar de diversas mejoras en los transportes, el país siguió mal comunicado.
Por todo ello, España pasa a ser una potencia de segundo orden en el concierto internacional, lo que, unido a su debilidad económica, la convirtieron en una de las sociedades más pobres de Europa.

LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA Y LAS CORTES DE CÁDIZ (1808- 1814)

La crisis del Antiguo Régimen: Carlos IV
    Durante el reinado de Carlos IV tiene lugar la Revolución Francesa, lo que condicionó la política de su reinado, lo que se manifestó en la imposición por Floridablanca de férrea censura contrarrevolucionaria. Éste fue sucedido por el Conde de Aranda, más favorable a las ideas liberales pero fue sustituido a causa de los acontecimientos que se desarrollaban en Francia y su transigencia hacia ellos. Su lugar es ocupado por Manuel Godoy, quien dirigió la política española desde 1792 hasta 1808.
La Guerra de Independencia (1808-1914)
    A partir de 1796, la política española se vinculó al expansionismo francés. La derrota de la flota hispano-francesa en Trafalgar confirmó el dominio inglés de los mares. En 1807, Francia consigue que España firme el Tratado de Fontainebleau, por el que acordaban invadir Portugal. Las tropas francesas debían atravesar el país para llegar a Portugal pero, en realidad, no fue más que un pretexto pues las tropas francesas comenzaron a invadir toda la península.
    Ante el peligro, Godoy aconseja a la familia real que se refugie en Sevilla por si fuera necesario embarcar hacia América, pero esta noticia inquietó al pueblo que, instigado por el príncipe Fernando, se amotinó en Aranjuez en marzo de 1808 (Motín de Aranjuez), asaltando la casa del valido. Estos hechos hicieron que Carlos IV destituyera a Godoy y, posteriormente, él abdicara en su hijo Fernando. Carlos y Fernando se reúnen con el emperador para dirimir los conflictos; finalmente, Fernando renunció a la Corona y Carlos abdica en Napoleón a cambio de una pensión anual y de unas posesiones territoriales (hecho conocido como las Abdicaciones de Bayona). Napoleón, por su parte renunció a sus derechos al trono a favor de su hermano José, proclamándolo rey de España. Ante el secuestro de la familia real, el 2 de mayo se produce una sublevación en Madrid, seguida por otras ciudades dando comienzo a la guerra.
    La guerra fue a la vez de liberación contra los franceses, pero también civil ya que la población quedó dividida entre afrancesados (quienes apoyaron el reinado de José I) y patriotas. La contienda se desarrolló en tres fases:
  1. Primera fase (hasta finales de 1808). Los franceses sitian Zaragoza e inician su avance hacia el sur pero son derrotados en Bailén. La resistencia española fue sorprendente.
  2. Segunda fase (finales 1808-1812). Se trató de una fase protagonizada por el dominio francés pues, a comienzos de 1810, toda la península, excepto Cádiz, se encuentra bajo dominio del ejército galo. En esta época surgieron las guerrillas que hostigaban a las tropas napoleónicas.
  3. Tercera fase (1812-1814). Tropas españolas, al mando de Wellington lanzan una contraofensiva y derrotan a los franceses en Arapiles. En abril de 1813 se firma la paz, aunque los franceses no se retiraron hasta 1814.
Las Cortes de Cádiz
    La guerra tuvo importantes consecuencias políticas pues, ante la ausencia de la familia real, se produjo un vacío de poder en España. De ahí que se formen juntas revolucionarias; posteriormente, estas juntas se unieron en un solo mando, la Junta Central Suprema que convocó a Cortes con el objetivo de elaborar una Constitución que garantizara las libertades personales y acabara con las instituciones del Antiguo Régimen en un intento de abrir España a la libertad y el progreso. Por tanto, además de una guerra, se estaba llevando a cabo una revolución liberal en uno de los pocos territorios que permanecían libres del dominio francés.
    Entre los diputados de estas Cortes se distinguían diversas ideologías:
  • Liberales, partidarios de establecer un régimen liberal similar al francés (libertades, garantías constitucionales, etc.).
  • Serviles, partidarios de mantener el Antiguo Régimen con Fernando VII como rey.
  • Diputados americanos, que defienden sus problemas.
    La Constitución de Cádiz fue aprobada el 19 de marzo de 1812, a lo que debe su nombre, y establece el modelo del liberalismo español durante el siglo XIX:
  • Separación de poderes: Legislativo (Cortes), Ejecutivo (el Rey y sus ministros) y Judicial (tribunales de justicia).
  • Soberanía compartida (Cortes con el Rey)
  • Defensa de la propiedad privada.
  • Igualdad de los ciudadanos ante la ley.
  • Libertad de expresión, de prensa, de reunión, etc.
  • Estado confesional católico.
  • Sufragio censitario.
REINADO DE FERNADO VII

Terminada la Guerra de Independencia contra los franceses , las Cortes se trasladaron a Madrid para preparar el regreso de Fernando VII. Pero éste, abolió todo lo que habían hecho las Cortes de Cádiz y restauró el absolutismo. Durante el reinado de Fernando VII se distinguen varias etapas:
El Sexenio absolutista (1814-1820) 
    Durante esta etapa, Fernando abole la obra de las Cortes de Cádiz en parte por su voluntad y en parte por el contexto de la Europa de la Restauración, en la que triunfa la Santa Alianza, una vez derrotado Napoleón. Además, le influye el Manifiesto de los Persas, redactado por una serie de diputados realistas, en el que le aconsejan ignorar la Constitución.
El Trienio Liberal (1820-1823) 
    En 1820, el pronunciamiento de los militares destinados a América para detener la secesión americana, dirigidos por Rafael Riegoestablece un régimen liberal. Fernando VII, asustado por los hechos, jura la Constitución de Cádiz, que vuelve a ponerse en marcha. Durante este periodo, protagonizado por importantes políticos, como Martínez de la Rosa, se ponen en marcha medidas de corte liberal, como la abolición del Santo Oficio y la desamortización eclesiástica.
    No obstante, Fernando VII pidió ayuda a la Santa Alianza, que se concretó con la entrada en España de un cuerpo del ejército llamado los Cien Mil Hijos de San Luis, al mando del duque de Angulema, que repusieron a Fernando VII como rey absoluto.
La Década Ominosa (1823-1833)
    En est periodo la persecución contra los liberales es constante, como muestran los ajusticiamientos de RiegoTorrijos Mariana Pineda. No obstante, la situación del país es precaria (endeudamiento, producción paralizada, una población hambrienta y extenuada por los impuestos) y el régimen absolutista de Fernando es tan solo apoyado por la nobleza y la Iglesia, por lo que el monarca no tuvo más remedio que pedir ayuda a la burguesía bancaria.
    En este contexto, el nacimiento de Isabel, hija de Fernando y la reina María Cristina, plantea un problema dinástico debido a la prohibición de que las mujeres reinaran (Ley Sálica). Mientras, las facciones más absolutistas se reúnen en torno al hermano del rey, Carlos, lo que más tarde provocará una guerra civil

EL REINADO DE ISABEL II (1833- 1868)

En 1830, Fernando VII hizo pública la Pragmática Sanción, por la que se permite reinar a las mujeres, aunque con preferencia masculina. De esta manera, su tío, Carlos, se ve privado del trono. A la muerte del rey, Isabel, una niña de tres años, es proclamada reina, ocupándose de la regencia u madre María Cristina.
La Guerra Carlista
    El carlismo se desarrolló fundamentalmente en las regiones forales (País Vasco, Navarra, bajo Ebro y Cataluña) y tuvo un apoyo fundamentalmente eclesiástico y campesino, a los que se sumaron algunos sectores de la aristocracia y el ejército. Sin embargo, la mayoría de los grupos sociales aspiraban a un sistema liberal y apoyaron a María Cristina, que debió apoyarse en el liberalismo para defender los intereses liberales.
    La guerra acabó con el triunfo de los liberales en 1839 y se selló en el Abrazo de Vergara entre los generales Espartero (liberal) y Maroto (carlista).
La regencia de María Cristina (1833-1840)
En esta etapa, el liberalismo español se encuentra dividido en liberales moderados (partidarios partidarios de reforzar la figura del rey y de reformas limitadas) y progresistas (defienden una profunda política de reformas). María Cristina dio el poder a los liberales moderados, aunque, ante las protestas populares y el pronunciamiento militar de La Granja, se vio obligada a entregar el gobierno a los progresistas.
    En los años siguientes se lleva a cabo la desamortización de Mendizábal (1836). La desamortización consistió en desvincular aquellas tierras que se encontraban ligadas a la nobleza, el clero y los municipios, permitiendo su venta o repartimiento. De esta manera, se pretendía evitar que los antiguos estamentos monopolizaran el poder económico y dotar de tierras al campesinado carente de ella, al tiempo que se propiciaba una explotación más adecuada del campo español.
    Se redacta también una nueva Constitución (1837), que establecía la soberanía nacional como principio fundamental, el reconocimiento de un amplio conjunto de derechos para los ciudadanos, la división de poderes y el sufragio censitario. Se trató de una constitución no tan avanzada como la de Cádiz, pero que se concebía como un punto intermedio entre moderados y progresistas.
La regencia de Espartero (1840-1843)
    En 1840, María Cristina debió dimitir y exiliarse a Francia debido a enfrentamientos con los progresistas. En esos momentos, se hace cargo de la regencia Espartero, que gobernó de forma autoritaria. Esto hizo que moderados y progresistas se unieran bajo la figura del general Narváez para dirigir un pronunciamiento contra el regente, que le obligó a dimitir.
ESQUEMA DEL LIBERALISMO ESPAÑOL DURANTE EL SIGLO XIX
·       PROGRESISTAS
·       MODERADOS
·       Soberanía Nacional (Cortes).
·       Limitación de los poderes de la Corona.
·       Sufragio censitario más amplio.
·       Declaración de derechos más amplia.
·       Estado confesional, pero libertad de culto.
·       Apoyados por la pequeña y mediana burguesía, profesionales liberales, artesanos y militares de baja graduación.
·     Soberanía Compartida (Cortes-Corona).
·     Corona (derecho veto, nombrar ministros, disolver Cortes).
·     Sufragio censitario muy limitado.
·     Derechos limitados.
·     Estado confesional sin libertad de culto.
·     Apoyados por la aristocracia latifundista, alta burguesía, alto clero y militares de alta graduación.

El reinado de Isabel II. Mayoría de edad (1844-1868)

    Una vez decretada la mayoría de edad de Isabel comienza su reinado, en el que se pueden distinguir varias etapas:

a) La década moderada (1844-1854). Isabel manda formar gobierno al general Narváez, por lo que esta etapa vendrá marcada por el liberalismo moderado. Destaca la redacción de la Constitución de 1845, en la que se establece la soberanía compartida entre la Corona y las Cortes, sufragio restringido a los más ricos, restringe la libertad de prensa, establece Cortes bicamerales y establece la confesionalidad católica del Estado español, hecho este último reforzado por la firma de un Concordato con la Santa Sede en 1851, por el que ésta reconoce la desamortización y el “Patronato Regio” (derecho del Estado a elegir los candidatos a obispos para las sedes vacantes), mientras que España concede la protección del poder a la Iglesia, la confesionalidad del Estado y la intervención eclesiástica en educación.
    Se realizan también una serie de reformas administrativas, como la creación del Banco de España y de la Guardia Civil(1844).
    En este periodo, de predominio moderado, se experimentan divisiones dentro de los progresistas, de los que se escindió el Partido Demócrata, que exigía el sufragio universal, y los republicanos, favorables a la proclamación de una república.
b) El Bienio Progresista (1854-1856). En 1854 tiene lugar un pronunciamiento en Vicálvaro dirigido por Leopoldo O’Donnell, que establece un nuevo gobierno progresista. Durante esta etapa se redacta un nuevo texto constitucional que no llegó a ser promulgado, se realiza una nueva desamortización (Desamortización de Madoz, 1855) y se aprueba la Ley de Ferrocarriles, que permitió la construcción de la red de ferrocarriles en España. No obstante, la situación social del país sigue siendo precaria a causa de la grave crisis económica, los elevados impuestos y la subida del precio de los alimentos
c) La crisis de la monarquía isabelina (1856-1868). Este periodo estuvo presidido por la inestabilidad política. El general Narváez toma de nuevo las riendas del gobierno, mientas que O’Donnell crea un nuevo partido, la Unión Liberal; durante este periodo ambos van a alternarse el poder, quedando los progresistas fuera del mismo.
    La actuación autoritaria de los sucesivos gobiernos acentuó la oposición al régimen de Isabel. En 1866, progresistas y demócratas firman el Pacto de Ostende(Bélgica) en el que planean el destronamiento de Isabel II y la convocatoria de Cortes Constituyentes mediante sufragio universal.
EL SEXENIO DEMOCRÁTICO (1868- 1874)
El alzamiento se inició en Cádiz al mando de los generales SerranoDulce Prim, y el almirante Topete. Pronto la sublevación se generalizó y la derrota de las tropas gubernamentales forzó a Isabel a exiliarse a Francia. Esta sublevación fue conocida como la “Gloriosa”.
El Gobierno Provisional (1868-1871)
Se establece entonces un Gobierno Provisional dirigido por Serrano al tiempo que se prepara la elaboración de un nuevo texto constitucional. Nace así la Constitución de 1869, de corte progresista y cuyas características fueron:
§  Soberanía nacional.
  • Separación de poderes.
  • El Estado se constituye como una monarquía parlamentaria.
  • Amplia declaración de derechos (libertad de culto, de enseñanza, de imprenta, de reunión y de asociación, etc.).
  • Sufragio universal masculino.
§  Sistema bicameral con electividad total.
Declarada España como una monarquía es necesario encontrar un rey. Gracias a las gestiones llevadas a cabo por el general Juan Prim, el príncipe italiano, Amadeo de Saboya, aceptó el trono de España.
El reinado de Amadeo de Saboya (1871-1873)
    El nuevo monarca debe apoyarse en los grupos políticos progresistas y demócratas, ya que cuenta con la oposición de los monárquicos y la Iglesia (que desean la vuelta al absolutismo) y de los republicanos. 
    Amadeo debió enfrentarse durante su reinado con un nuevo conflicto carlista y una insurrección en Cuba. Ante tales circunstancias y asesinado Prim, su único apoyo, Amadeo renuncia al trono de España. Ese mismo día, Congreso y Senado proclaman la I República.
La Primera República (1873-1874)

    La I República se desarrolla en un breve espacio de tiempo (febrero de 1873- enero de 1874) y en ese breve tiempo se suceden cuatro presidentes (Figueras, Pi y Margall, Nicolás Salmerón y Emilio Castelar).
    Se diseñó un proyecto de Constitución (1873), que no llegó a ser aprobada, en la que España se declaraba como una República Federalista, por la que el país se constituía de 17 Estados Federales.
    El nuevo régimen se desarrolla en un contexto claramente difícil y hostil pues predominaban las tendencias monárquicas y en ese momento se desarrollan dos contiendas bélicas (la tercera guerra carlista y la insurrección independentista de Cuba). Otro problema fue la división entre aquellos que deseaban una república federalista y los partidarios de una república unitaria y esta división provocó el estallido del movimiento cantonalista, que proclamó repúblicas independientes por toda Andalucía y que tuvo mucha fuerza en el levante español. Se trató de un movimiento de tipo regionalista que achacaba los males del país a la política uniformista y autoritaria del gobierno. No obstante fue duramente reprimido.
    En estas circunstancias, el general Pavía da un golpe de Estado, proclamando una República Unitaria, presidida por el general Serrano.
    Pero la causa Alfonsina, bajo la dirección de Antonio Cánovas del Castillo toma fuerza. Sin embargo, en contra de las ideas de Cánovas del Castillo, que deseaba la vuelta de Alfonso de manera democrática, se produce un golpe de Estado, dirigido por el general Martínez Campos, que proclama rey de España a Alfonso XII, hijo de Isabel II.
LA ESPAÑA DE LA RESTAURACIÓN (1874- 1902)
Agotado el sistema político, va tomando fuerza la idea de Antonio Cánovas del Castillo de restaurar la monarquía en la familia de los Borbones. Cánovas prepara el regreso de Alfonso con gran prudencia. Redactó un manifiesto que el príncipe firmó en Sandhurst, academia militar inglesa donde se encontraba estudiando. Pero los acontecimientos se precipitaron cuando el general Martínez Campos proclama rey a Alfonso tras un pronunciamiento en Sagunto. Se reinstaura así la monarquía. Los principios fundamentales del nuevo sistema político de la restauración fueron la Constitución de 1876 y la alternancia en el poder de los partidos.
La Constitución de 1876
    Cánovas inició el proceso constitucional y concibió este documento como un equilibrio entre la constitución moderada de 1845 y la revolucionaria de 1869. Sus características fueron:
  • Soberanía compartida entre el Rey y las Cortes.
  • Amplia declaración de derechos (seguridad personal, inviolabilidad del domicilio y de la correspondencia; libertad de conciencia, expresión y enseñanza; derecho de reunión y asociación, etc.).
  • Sufragio censitario para el 5% de la población que, en 1890 pasa a ser sufragio universal masculino.
  • Confesionalidad católica del Estado, aunque con libertad de culto.
  • Sistema bicameral, aunque los senadores son nombrados por la Corona.
El turnismo político
    Este sistema consistió en la alternancia en el poder del Partido Liberal, liderado por Sagasta, y el Partido Conservador, liderado por Cánovas del Castillo.
    Para que el sistema funcionase debía basarse en el fraude y la corrupción electoral, que se organizaba de la siguiente manera. Primero, el rey decidía qué partido iba a gobernar y después se convocaban elecciones, debidamente amañadas para ganara el partido elegido; el Ministro de Gobernación realizaba el “encasillado”, es decir, decidía los diputados que habían de ser elegidos por cada distrito; posteriormente, el gobernador civil de cada provincia, puesto de acuerdo con los caciques comarcales y municipales, manipulaba las elecciones bien comprando los votos, recurriendo al favor popular repartiendo puros y vino, o bien utilizando la coacción; si estas medidas no daban resultada se recurría al “pucherazo”, es decir, aparecían más votos que electores o se votaba en nombre de vecinos ya muertos.
La oposición al sistema
    Fuera de este sistema quedaban fuerzas políticas cada vez más importantes. Por un lado, los socialistas, liderados por Pablo Iglesias, que había fundado en 1879 el Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Años después se creó la Unión General de Trabajadores (UGT), sindicato vinculado al PSOE.
    Por otro lado, en esta época surgen los partidos nacionalistas, que reaccionan contra el Estado centralizado y que también quedan fuera del sistema de turno. Fueron importantes en Cataluña, País Vasco y Galicia y, algo más tarde, destacó el Andalucismo de Blas Infante.
La Regencia de María Cristina
    Muerto Alfonso XII, su segunda esposa, María Cristina de Habsburgo se hace cargo de la regencia de su hijo Alfonso (futuro Alfonso XIII).
    Durante esta etapa el hecho más importante fue la pérdida de las últimas colonias españolas, el llamado “Desastre de 1898”.
    En 1895 estalla en Cuba un levantamiento independentista bajo el denominado “Grito de Baire”, dirigido por José Martí. Las causas que precipitaron la insurrección fueron el incumplimiento del Convenio de Zanjón (1878, libertades personales); la incapacidad española para absorber toda la producción de azúcar y otros productos cubanos y de proveer a la isla de manufacturas; y el aumento del sentimiento patriótico cubano, instigado por Estados Unidos. Al mismo tiempo, en Filipinas se originaron también movimientos independentistas, dirigidos por José Rizal.
    Una vez que estalla la insurrección, Cánovas del Castillo encomienda la misión de negociar y cortar el avance de los insurrectos al general Martínez Campos. Ante su fracaso, fue sustituido por el general Valeriano Weyler, que propuso como solución la creación de líneas fortificadas (trochas) y la concentración de los campesinos en los poblados para impedir que ayudaran a los rebeldes.
    El presidente norteamericano William Mckinley protestó ante el gobierno español por la dura actitud de Weyler y exigió la pacificación de la isla. Es más, llegó a gestionar con María Cristina la compra de la isla por trescientos millones de dólares, a lo que se opuso rotundamente.
    Aprovechando la voladura del acorazado Maine, buque de guerra estadounidense anclado en el puerto de La Habana, Estado Unidos declara la guerra a España. La dificultad de una guerra con dos escenarios, el Pacífico y el Atlántico, y la clara superioridad estadounidense hicieron que la guerra terminara pronto con la derrota de España. Por el Tratado de París, España reconoce la independencia de Cuba y cedía Puerto Rico, Filipinas y la isla de Guam a Estados Unidos. El resto de las posesiones españolas (islas Marianas, Palaos y Carolinas) fueron vendidas a Alemania al año siguiente por 25 millones de marcos.
    La derrota española, conocida como el desastre del 98, provocó una gran frustración en la clase política española, el pesimismo de los intelectuales y una crisis moral general. Como consecuencia, surgió el Regeneracionismo, cuya máxima figura fue Joaquín Costa, que proponía reformas para superar el atraso del país y acabar con el caciquismo y la corrupción.
La Independencia de la América Hispana (1808-1826).
Las causas de la Independencia.
Las colonias españolas en América tenían deseos de independizarse de España, a causa de:
-        La difusión de las ideas de la Ilustración, extendidas por la Enciclopedia, la Revolución Norteamericana y la Revolución Francesa.
-        El éxito de los Estados Unidos en su independencia.
-        El descontento de la burguesía criolla. Los criollos eran descendientes de españoles afincados en América. Los criollos tenían el poder económico, porque poseían las tierras y controlaban el comercio. Pero no tenían el poder político, que estaba en manos de los “peninsulares”, con cargos nombrados por la Corte de Madrid. Además, el comercio estaba controlado por España, y los criollos veían en este control un freno para sus intereses y su desarrollo.
El fin del Imperio americano.
Cuando en 1808 Napoleón invadió España, en América también se formaron juntas, integradas por criollos, que tomaron el poder. Algunas de estas juntas se negaron a acatar la autoridad de España y proclamaron su independencia (Buenos Aires, 1810).
Tras la derrota de Napoleón en 1814, España intentó recuperar estos territorios enviando tropas. Pero en general Bolívar desde Venezuela, y el general San Martín desde Argentina, avanzaron hacia Perú, independizando los países a su paso. En la batalla de Ayacucho (1824) España perdió sus últimas posesiones continentales en América. Sólo conservó Cuba y Puerto Rico, y las islas Filipinas, hasta 1898.
Los problemas de las nuevas Repúblicas Americanas. Los estados americanos independizados se convirtieron en repúblicas, fragmentando el territorio según la voluntad de los caudillos locales. El ejército retuvo mucho poder, y a menudo controló la política de los nuevos países. Los problemas sociales no se solucionaron y se agravaron las desigualdades sociales y económicas.
CAMBIOS ECONÓMICOS, SOCIALES Y CULTURALES
El proceso de industrialización
    Aunque durante el siglo XIX se estableen en España las bases de la industria moderna, no puede afirmarse que se desarrollara un verdadero proceso de industrialización, sino que, más bien, éste fracasó. Esto no significa que no se realizaran esfuerzos en pro de la industrialización del país. Destacan los esfuerzos de la clase empresarial catalana por crear una industria y los intentos progresistas por sentar las bases políticas y legislativas de una sociedad moderna (legislación del Bienio Progresista y Sexenio Democrático). 
    Al igual que en Inglaterra, las industrias textil algodonera y siderúrgica fueron las que sufrieron transformaciones en España, pero les faltó una agricultura próspera y comercializada, una red de transporte eficaz y la creación de una red financiera a escala nacional. En el desarrollo de la industrialización española cabe destacar los siguientes puntos:
  • La industria textil fue la más destacada, localizada en Cataluña; y, con ella, la industria siderúrgica, con sus principales focos en el País Vasco, Asturias y la costa andaluza, si bien ésta última no pudo competir con las siderurgias vascas.
  • En cuanto a Andalucía, la siderurgia andaluza surgió en Málaga, donde Manuel Agustín Heredia fundó unos altos hornos (1826) que acapararon la producción durante la primera mitad del siglo XIX. Sin embargo, el hierro producido era muy caro, más aún cuando se aprobó un impuesto que gravaba las importaciones de carbón, material que se utilizaba en dichos hornos como combustible. También en Málaga, las familias Heredia y Larios fundaron industrias textiles, que no pudieron competir con los textiles catalanes. A partir de 1865, la siderurgia andaluza entra en una crisis de la que nunca se recuperó. Por tanto, podemos afirmar que el proceso de industrialización fracasó en Andalucía debido al elevado coste de la fuente de energía utilizada, la incapacidad para exportar la producción y la concentración del capital en manos de una reducida oligarquía.
  • También se fundaron las primeras entidades financieras, como el Banco de España y la Bolsa de Madrid. 
  • Comienza la construcción de la red ferroviaria española hacia 1855, una vez proclamada la Ley General de Ferrocarriles. La red tenía una estructura radial con centro en Madrid, aunque el ancho de vía era mayor que en el resto de Europa, lo que dificultó los intercambios con el resto del continente.
  • También se desarrollaron sectores como la electricidad, aplicada al alumbrado público; el petróleo, que permitió la difusión del automóvil; y la industria química.
    No obstante, los problemas de la industria española fueron grandes, pues no era un sector competitivo, por lo que el Estado ponía fuertes impuestos a los productos extranjeros para fomentar el consumo de los productos nacionales. Además, la modernización tan sólo se produjo en algunas regiones, como Cataluña, País Vasco y Madrid, mientras que el resto del país seguía muy atrasado.
El problema del campo
    Durante el siglo XIX la agricultura fue el sector económico más importante. Sin embargo, soportó una permanente situación de atraso como consecuencia de una desigual distribución de la tierra, de la ausencia de innovaciones tecnológicas y de los bajos rendimientos.
    La propiedad de la tierra estaba, en gran medida, en manos de la nobleza y de la Iglesia. La nobleza, gracias a la institución del mayorazgo, había constituido un patrimonio de bienes rústicos sustraídos al libre comercio; y es que merced al mayorazgo, esas tierras no podían ser enajenadas ni divididas, sino que debían ser trasmitidas íntegras al primogénito. Por otro lado, la Iglesia poseía grandes extensiones de tierra como consecuencia de las numerosas donaciones. Por tanto, la tierra quedaba inmovilizada y convertida en “manos muertas”.
    La desamortización fue una de las medidas adoptadas por el régimen liberal, aunque nunca obedeció al deseo de una reforma agraria, reclamada desde antiguo, sino a la penuria de la Hacienda española. Mediante la desamortización de desvincularon las tierras de sus propietarios haciéndolas aptas para ser vendidas, enajenadas o repartidas.
    La venta de dichas tierras favoreció que algunos burgueses las compraran. De esta manera, las tierras pasaban a manos de personas con espíritu empresarial que modernizaron los métodos de cultivo, ampliaron la superficie cultivada y aumentaron la producción agrícola.
    No obstante, en Andalucía, la mayor parte de la tierra siguió en manos de los grandes propietarios y nunca pasaron a manos de los campesinos, a los que se pagaba unos salarios muy bajos. Estas precarias condiciones laborales y de vida dieron lugar a la lucha campesina por la propiedad de la tierra, produciéndose la ocupación de tierras en muchos lugares de Andalucía (Sevilla en 1857 y Loja en 1861) siempre duramente reprimidas.
Cambios demográficos
A finales del siglo XIX, España mantenía altas tasas de natalidad y mortalidad (36 y 30 por mil respectivamente) y fue así porque el desarrollo demográfico no estuvo acompañado de un desarrollo económico paralelo. Los factores que explican la alta mortalidad española fueron la baja productividad agraria, la deficiente red de transportes, que impedía la distribución de alimentos y la escasa sanidad e higiene pública. Por tanto, la escasa diferencia entre natalidad y mortalidad (una de las más bajas de Europa) revela el retraso de la transición demográfica en nuestro país. Sólo las regiones más desarrolladas (Asturias, País Vasco y Cataluña, gracias al desarrollo industrial; Navarra, Rioja y Levante, debido al desarrollo de la agricultura comercial; y Madrid, por ser la capital) mostraron un crecimiento poblacional por encimad e la media nacional. 
    La existencia de estas regiones más desarrolladas y el desarrollo del ferrocarril favorecieron la emigración a estas zonas de los campesinos sin tierra (éxodo rural), lo que produjo el crecimiento de las ciudades (ubicadas sobre todo en el litoral), mientras que la mayoría de la población seguía viviendo del campo en el interior.
    A finales del siglo XIX, muchos andaluces emigraron a América debido a la mala situación del campo, agravado por una serie de sequías y plagas y a la crisis de las industrias andaluzas.
La sociedad española del siglo XIX
    Desde hacía siglos, la sociedad española apenas había experimentado cambios. Sin embargo, en el siglo XIX las medidas puestas en marcha por los liberales a partir de 1833 liquidaron la sociedad del Antiguo Régimen, sentando las bases de la nueva sociedad de clases. La estructura de esta sociedad era la siguiente:
  • La clase dirigente estará compuesta ahora por la aristocracia, que aunque había perdido sus derechos señoriales seguía teniendo gran influencia y la burguesía. Ambas estrecharán sus lazos a través de los matrimonios y los negocios.
  • La clase media se compone de funcionarios, pequeños empresarios, profesionales liberales, comerciantes, etc. Este grupo, poco numeroso, fue creciendo y solía habitar en las ciudades.
  • Las clases populares, de bajo nivel económico y un elevado índice de analfabetismo. Incluye campesinos jornaleros, que vivían en el campo en pésimas condiciones. Los obreros, concentrados en las regiones industriales, donde se hacinaban en barrios carentes de infraestructuras básicas; para defender sus derechos y mejorar sus condiciones de vida se fueron organizando en sindicatos (CNTUGT). A estos grupos se unían los criados de las clases acomodadas y un ingente número de mendigos y marginados.
  • La Iglesia católica siguió representando una fuerza de gran influencia en la vida pública española.
EL NEOCLASICISMO Y EL ROMANTICISMO
El Neoclasicismo
    Desde mediados del siglo XVIII la burguesía difunde sus ideales de sencillez frente al anterior estilo Rococó. Triunfa así el arte neoclásico, inspirado en la sobriedad y severidad del clasicismo. Se trata de un arte de inspiración clásica. En arquitectura se usó mucho la columna dórica para iglesias y toda clase de edificios públicos (museos, bibliotecas, etc.). En escultura, predominan las formas helénicas; destaca el escultor Canova, que realizó diversos retratos de Napoleón y su familia (Paulina Bonaparte). La pintura se centra en las líneas y menos en el color; destacó J. L. David, pintor de la corte napoleónica (Muerte de Marat, La Coronación de Napoleón). En España, destaca Francisco de Goya.
El Romanticismo
    El Romanticismo se caracteriza por una serie de rasgos que son:
  • La libertad creativa frente a los cánones del Neoclasicismo.
  • La importancia de los sentimientos (amores, pasiones, sufrimientos). Se exalta, además, el sentimiento patriótico, la libertad y la igualdad.
  • La imaginación y la fantasía. Los artistas románticos parecen querer huir de la  realidad, creando mundos idealizados, como el de una Edad Media interpretada novelescamente o los países de Oriente, vistos de manera poética.
    En arquitectura se imita el estilo gótico (Parlamento de Londres) y el oriental (Pabellón Real de Brighton). En pintura, junto al paisaje melancólico o fantástico, se difunden los retratos y las escenas de batallas y episodios trágicos. Destacan Eugène Delacroix (La libertad guiando al pueblo) y Jean Louis Gericault (La balsa de la Medusa).
    Así mismo, el Romanticismo se difundió a otras artes, como la literatura con Lord Byron y Víctor Hugo; o la música con autores destacados como BeethovenChopinBrahms Schubert
 Características generales de la Pintura Romántica:
- Utiliza diferentes técnicas: el óleo, acuarelas, grabados y litografías.
- La textura comienza a ser valorada en sí misma y aparecen las superficies rugosas junto con las formas más sutiles. La pincelada es libre, viva y llena de expresividad.
- Desaparece la línea frente al color. Se recupera la potencia sugestiva del color, liberándose las formas y los límites excesivamente definidos. Es el agente emocional de primer orden
- La luz es importantísima y se cuidan sus gradaciones dando un carácter efectista y teatral.
- Las composiciones tienden a ser dinámicas, marcadas por las líneas curvas y los gestos dramáticos. Algunos autores como Friedrich prefieren esquemas geométricos más reposados.
- En cuanto a los temas lo característico es la variedad, aunque existen características generales sobre el tratamiento de los temas. Surge el exotismo de la memoria de un misterioso y glorioso pasado que incluye desde la antigua Grecia hasta la edad Media, en especial la época gótica. El gótico es el estilo por excelencia. En la pintura se recogen arquitecturas góticas, leyendas, momentos históricos, etc.
El exotismo también en una amplitud geográfica que incluye el mundo desconocido del norte de África y la nueva América salvaje. Se descubre Oriente, que ofrece la luz y el color, así como nuevos temas. Por último, la fantasía, y sobre todo el drama con un obsesivo sabor por la muerte, la noche y las ruinas, así como por los monstruos y las criaturas anormales.
Otro gran descubrimiento del Romanticismo es la Naturaleza y el cultivo del género del paisaje, que será exhaustivo. Se pintan paisajes fantásticos, imaginativos, de estudio, evocados, etc. El pintor se enfrenta a la realidad del paisaje, salen. Por ejemplo, los paisajistas alemanes, con Friedrich a la cabeza, proponen el paisaje espiritual, que ayuda a la evocación religiosa por medio de su grandeza. Valoran los estados atmosféricos, como la niebla.
También reivindican la individualidad, el culto al individualismo. El artista prefiere su libertad a la de la colectividad. Por eso son pocos los artistas comprometidos. Por ejemplo Delacroix con la “Libertad guiando al pueblo” donde aparecen pintadas por primera vez las barricadas como testimonio de reivindicación política. Aunque, en general, las reivindicaciones son más exóticas, temas de bandoleros como héroes románticos, etc.
Dentro de la individualidad surge una nueva relación entre cliente y artista. Es un trato de igual a igual. Cambian un bien por un bien. El artista ya no es el artesano. Se crean grupos de artistas que trabajan en común sin romper la individualidad, como el grupo Prerrafaelista inglés o los nazarenos alemanes.

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