La Biblia realmente salva vidas. Curiosidades sobre la I Guerra Mundial La Biblia no sólo salva almas, sin que realmente salva vidas. Tantyo es así que durante la I Guerra Mundial las Biblias de bolsillo se agotaron en Inglaterra.
En Gran Bretaña todas las madres decidieron proteger espiritualmente a sus hijos al frente biblias de bolsillo hasta que, literalmente, se agotaron. Se decía que no solo los protegían espiritualmente, sino que el llevar la biblia encima les había protegido de las balas. Hay dos casos documentados de dos soldados que se salvaron gracias a la biblia en el bolsillo.
La factoría de los
cachorros nazis. Jacinto Antón.
“El País”.
Hitler reclutó a los niños y
adolescentes alemanes para adoctrinarlos. Un libro analiza cómo funcionaban las
Juventudes Hitlerianas, los crímenes de guerra que cometieron y cómo fueron
precursores de los niños soldados.
Las JHm (Juventudes Hitlerianas) se
convirtieron en la única organización juvenil en alemania a partir de 1936,
cuando fueron prohibidas todas las demás-
Los reclutas de las juventudes hacían
“turismo de ejecución”: presenciar asesinatos de judíos
Estos jóvenes cometieron crímenes de
guerra y fueron el precedente de los niños soldado.
“Los nazis se aprovechaban de sus
posiciones jerárquicas para explotar sexualmente a chicas”
UNA JUVENTUD bajo Hitler no podía
ser buena. De 1933 a 1945, los jóvenes alemanes fueron incorporados en masa a
la trituradora ideológica y militar del nazismo y muchos se convirtieron en
perpetradores de los crímenes del régimen. La complicidad genérica de la
juventud de Alemania con su Führer es indiscutible, pero también es verdad que
esos chicos y chicas que ofrecieron su alma al perverso dictador, seducidos u
obligados, fueron en cierta manera, y en mayor o menor grado según el caso,
víctimas. Adoctrinados hasta lo indecible, coaccionados, intimidados,
despojados de sus infancias y adolescencias, arrebatados de sus hogares y
escuelas, entregados a menudo por sus mismos progenitores al ogro de la
esvástica, los jóvenes alemanes fueron utilizados por los nazis, que los
convirtieron en sujetos de un atroz experimento social, reservorio de sus ideas
abominables y, en última instancia, en carne de cañón para su guerra con el
mundo.
La principal herramienta empleada
por los nazis para apropiarse de los jóvenes alemanes y unificarlos en su credo
fueron las Juventudes Hitlerianas (JH), que recibieron el nombre en 1926 a
partir de formaciones anteriores, vinculadas inicialmente a las SA (unidades de
choque del partido nazi). En las JH sirvieron 9 de cada 10 jóvenes alemanes. De
corte paramilitar (con bonitos uniformes –de color negro y mostaza– e insignias
propios), estaban destinadas a los chicos de 14 a 18 años. Para los más
pequeños, de 10 a 14 años, existía la rama infantil, el Deutsches Jungvolk
(DJ), que desembocaba naturalmente en las JH y a cuyos miembros se denominaba pimpfe.
En cuanto a las chicas, existía la sección femenina de las JH, la Liga de las
Muchachas Alemanas, con su propia rama para las niñas. Todas vestían falda azul
marino y camisa blanca, muy à la mode, según el gusto nazi, y
peinaban trenzas o moños.
Una de las chicas más famosas
salidas de las JH fue Irma Grese, la Bella Bestia, la terrible guardiana de
campos como Ravensbrück, Auschwitz y Bergen-Belsen. Las JH se convirtieron en
la única organización juvenil en Alemania a partir de 1936, cuando fueron prohibidas
todas las demás. La afiliación pasó a ser obligatoria por ley en 1939 para
todos los adolescentes de edades comprendidas entre los 10 y los 18 años. De
las JH, que pasaron de los 100.000 miembros cuando Hitler asumió el poder
(1933) a los dos millones a finales de 1933 y 5,4 millones en diciembre de
1936, se salía ya para ingresar en el partido (nazi), al Frente Alemán del
Trabajo, a las tropas de asalto o a las SS (principal organización militar,
policial y de seguridad del Reich), o al servicio en las Waffen-SS (cuerpo de
combate de élite de las SS) y la Wehrmacht (Ejército). A comienzos de 1939, el
98,1% de los jóvenes alemanes pertenecían a las JH. Entre los que escaparon de
sus garras, con grave riesgo, pues había fuertes sanciones (se recurrió a Heinrich
Himmler y su policía y SS para hacer cumplir el servicio), figuraba el que
luego sería escritor y premio Nobel de Literatura Heinrich Böll, con 16 años en
1933. En cambio, otro autor y también premio Nobel, Günter Grass, hizo un
recorrido clásico completo: pimpfe a los 10, auxiliar de antiaéreo a los
15 y artillero de carro de combate de las Waffen-SS a los 17.
https://youtu.be/oGNsLD9hW1Y
Nuestra mirada se posa sobre esos
jóvenes a menudo con una desasosegante ambivalencia. Nos espantan y repelen las
imágenes de multitudes juveniles vociferantes entusiasmadas ante el líder,
alineadas en orden militar, desfilando con marcial arrobamiento, cantando con
endemoniada pureza (como en la icónica e impresionante escena del Tomorrow
Belongs To Me del filme Cabaret); los más fanatizados,
incorporados al combate en las divisiones mecanizadas de élite o a la lucha
política y racial: la juventud que quema libros, acosa y maltrata –y hasta
asesina– a los oponentes y a los judíos en las calles (o en los campos de
concentración), denuncia a sus propios vecinos e incluso a sus padres a la
Gestapo, que ese sí es un conflicto intergeneracional. La otra cara es la de la
foto (que fue portada de Life) del soldado de 15 años, embutido en
un capote demasiado grande, llorando como lo que es, un niño, tras su captura
en 1945 por los estadounidenses. O la de los 20 soldaditos condecorados con la
Cruz de Hierro, uno de ellos un “pequeño héroe” (así lo bautizó la propaganda)
de 12 años, recibidos en el búnker de la cancillería del Reich, el 19 de marzo
de 1945, por un Hitler ya espectral, pero aún capaz de enviarlos a la muerte
más absurda e inútil ante los tanques rusos tras darles un pellizquito en la
mejilla. “No volverán a ser libres el resto de su vida”, había profetizado en
1938 el gran flautista de Hamelín de Alemania.
El historiador nacido en Alemania
pero nacionalizado canadiense Michael H. Kater (Zittau, 1937), un experto en la
cultura del III Reich, doctor en Historia y Sociología por la Universidad
de Heidelberg y profesor en la Universidad de York (Toronto, Canadá), acaba de
publicar un libro imprescindible sobre las JH, esa organización sobre la que
pivotó especialmente el esfuerzo de los nazis por apoderarse de esa generación
alemana. Las Juventudes Hitlerianas (Kailas, 2016) es una obra
tan exhaustiva como apasionante y estremecedora que combina la investigación
científica con el relato humano –explica que los campamentos de las JH, donde
proliferaba el sadismo, eran un mal lugar para mojar la cama–. Y alberga en su
centro una profunda disquisición moral.
foto: Jóvenes nazis,
en el referéndum de 1934 con el que Hitler trató de legitimar los poderes que
ya había usurpado de facto como jefe de Estado.
“Las organizaciones juveniles,
como los Wandervögel, existían en Alemania desde la época guillermina y el
inicio del siglo”, dice Kater, “se volvieron más hacia la derecha en línea con
el espectro político general; en la última mitad de la República de Weimar (1925-1932),
cuando Hitler estaba en alza, miembros de grupos de juventud nacionalistas
simpatizaban secreta o abiertamente con el NSDAP, el partido nazi, aunque menos
con las JH, que tuvieron un inicio débil y tardío. A medida que los patrones
democráticos se derrumbaban, una estructura con un Führer pasó a ser aceptable
entre la juventud alemana, y eso facilitó que todos los grupos juveniles se
incorporaran a las JH. Eso ocurrió en etapas. Los que se resistieron fueron
forzados hacia 1935”. Una de las claves del éxito de las Juventudes Hitlerianas
es que se presentaban como excitantes, modernas y progresistas.
¿Qué concepto tenía Hitler de la
juventud? “Al principio, realmente ninguno”, contesta el historiador. “No le
interesaban los jóvenes porque no podían votar. Eventualmente Hitler se
persuadió de que la crianza de jóvenes seguidores no era una mala idea: un
movimiento milenario debía tener una retaguardia”.
Ante la imagen del soldado
jovencito de Life y la de los niños del búnker de Hitler,
Michael H. Kater tiene claros sus sentimientos: “Personalmente siento una
inmensa compasión por ellos. Para mí, en ese tiempo, eran obviamente chicos
inocentes que habían sido explotados por políticos fascistas criminales”.
Con la guerra, se echó mano de los
miembros de las JH para ayudar tras los bombardeos de las ciudades alemanas, lo
que obligó a niños de 12, 13 y 14 años a tener experiencias espantosas,
desenterrando a familias enteras chamuscadas. Peor aún fue el reclutamiento
para las defensas antiaéreas, en las que 200.000 jovencitos y jovencitas de las
JH prestaron servicio como personal auxiliar de artillería (Flakhelfer).
Iban de la escuela a los cañones y muchos sufrían crisis nerviosas por el
miedo.
Junto a eso, señala Kater, está el
hecho de que el adoctrinamiento de las Juventudes Hitlerianas desempeñó un
importante papel en los crímenes de guerra de la Wehrmacht y las SS, cuando
esos jóvenes ingresaron en sus filas convertidos en soldados políticos. “Se
pueden identificar dos importantes ingredientes de la formación ideológica de
las JH que los jóvenes trasladaron a la Wehrmacht y las SS: uno es la creencia
de que Alemania debía dominar otras partes del mundo, y el otro, la jerarquía
racial, que ponía a los alemanes arios en la cúspide y a los judíos en lo más
bajo”. Un hábito siniestro de los jóvenes reclutas provenientes de las JH fue
el “turismo de ejecución”: la asistencia a los asesinatos colectivos de judíos
sobre el terreno.
Un sello de 1943 conmemora los
servicios prestados por las Juventudes.
¿Fueron las JH realmente útiles
militarmente? Kater contesta que fueron fundamentales para que los nazis
pudieran poner tantas fuerzas en el campo de batalla. “Habían recibido
entrenamiento paramilitar incluso antes de marzo de 1935, cuando se introdujo
el reclutamiento general, y de septiembre de 1939 (inicio de la II Guerra
Mundial). Hay que recordar que el sello distintivo de la socialización de las
JH fue la militarización, con las acampadas, marchas y juegos de guerra”. Las
JH incluso tuvieron secciones especializadas como la naval, la ecuestre o la de
pilotos de planeadores, a cuyos integrantes codiciaba Hermann Göering. “Al
pasar a formar parte de las fuerzas regulares de la Wehrmacht o las SS, los
jóvenes de las JH se mezclaron fácilmente en sus filas y reforzaron su
agresividad”. Hubo incluso una división de élite vinculada a las JH, la 12ª SS
División Panzer Hitlerjugend, formada en 1943 con 16.000 miembros
de las JH nacidos en 1926. “Eran combatientes nazis particularmente fanáticos,
habiendo sido socializados sin problemas desde los campos de las JH hasta los
barracones de las SS”. Las JH cometieron crímenes de guerra. También hubo
miembros de la organización en el sobrevalorado Werwolf, la guerrilla nazi que
se enfrentó a la ocupación aliada.
El historiador está de acuerdo con
que los chiquillos de las JH con bazucas Panzerfaust tan habituales al final de
la guerra como miembros del Volkssturm, la milicia popular de último recurso,
eran claros precedentes de los modernos niños soldado. “Desde luego. En el gran
conflicto previo, la I Guerra Mundial, el Ejército alemán fue muy
cuidadoso en no admitir reclutas de menos de 18 años –por ejemplo, al mismísimo
Heinrich Himmler–, incluso aunque alguna vez chicos menores se colaran en el
ejército imperial (como Ernst Jünger). Pero el fenómeno de los niños soldado es
una marca de las últimas fases desesperadas de la II Guerra Mundial”.
Kater apunta que a los reclutas de las JH asignados para los Panzer en 1943 y
1944 no se les repartían cigarrillos como a los soldados adultos, sino…
caramelos.
Responsabilidad y culpa
están en el núcleo del libro de Kater, que, además de sobre historia, es un
libro sobre moral, e incluso un juicio moral. “Cualquiera que escriba sobre las
JH ha de ocuparse de esos temas. Es un asunto muy delicado, y contestar de manera
satisfactoria para todos a las preguntas que plantea, imposible”. Ser de origen
alemán debe complicar las cosas. “El hecho de haber nacido en Alemania y haber
estado, en 1945, a solo dos años de ser incorporado a las JH probablemente me
hace ser especialmente sensible al tema. Me considero un demócrata liberal de
izquierdas y hoy me estremezco ante lo que me habría aguardado como miembro de
las JH si la guerra hubiera durado lo suficiente. Nacido en 1937, me trasladé a
Canadá en 1953 y me convertí en ciudadano canadiense, dejando atrás a propósito
mi nacionalidad alemana. Gracias a Dios, Canadá es una tierra de tolerancia e
integración. No hay Marine Le Pen aquí, ni Trump, ni NSDAP”.
Se percibe en el libro una tensión
entre la visión del historiador –y su impecable examen de los pecados de la
Juventudes Hitlerianas– y la compasión ante determinados casos de esa juventud
tronchada. ¿Cuál es el juicio final de Kater?, ¿víctimas y perpetradores? “Sí,
ambas cosas. Hay que diferenciar entre adolescentes suficientemente mayores
para aceptar responsabilidad (o incluso culpa) por ciertas actitudes y
acciones, y niños que en un tribunal de justicia, incluso en uno nazi, deberían
haber sido considerados inocentes. Obviamente, esas dos categorías siempre se
superponen, y ¿quién puede decir dónde están los límites claros?”.
Mitin inaugural
de la organización en Rheinsberg, en junio de 1936.
Las JH no tuvieron mucha suerte
–si puede decirse así– con sus dos líderes: Von Schirach (juzgado en Núremberg)
y Artur Axmann. “Ambos fueron cifras impersonales en la máquina nazi e
intercambiables en lo que respecta a las JH. Ninguno tenía carisma, eran meros
funcionarios. Schirach, no muy brillante y fofo, era particularmente vacuo pero
con enormes pretensiones, más culturales que políticas. Axmann al menos había
luchado en la guerra, en el frente del Este, donde fue gravemente herido y le
amputaron el brazo derecho”. El líder de las Juventudes Hitlerianas pidió a sus
chicos y chicas que defendieran Berlín hasta el fin: mantuvieron abiertos los
puentes sobre el río Havel para que escaparan los faisanes dorados
nazis, los jerarcas, entre ellos el propio Axmann.
No toda la juventud alemana siguió
a Hitler. Hubo disidentes. Individuales y en grupo. Como los Jóvenes del Swing,
atraídos por el jazz estadounidense, las pandillas (era difícil ser rebelde sin
causa en la Alemania nazi) o los integrantes del grupo de resistencia de la
Rosa Blanca.
El historiador aborda en
profundidad un tema característico de las JH: el del género. “Siempre hubo en
el partido nazi dos tendencias, una que quería que las chicas y mujeres fueran
puestas masivamente a trabajar, especialmente en tiempo de guerra, y la otra
que esperaba que se ciñeran a ser amas de casa y paridoras de nazis. Hitler
pertenecía al segundo grupo. Albert Speer y Joseph Goebbels, al primero. En
última instancia, Hitler ganó. Incluso las mujeres nazis que se revolvieron
contra eso fueron rápidamente silenciadas. Igual que las feministas en
las JH. La sección femenina, la BDM –cuya salida militar podía ser la de
ayudantes en las distintas ramas de las fuerzas armadas–, tenía que obedecer
siempre a los miembros masculinos, incluso las líderes”.
El asunto del sexo es bastante
siniestro. “A pesar de la ideología oficial que sostenía que las mujeres debían
ser honradas y que el sexo era solo un catalizador necesario para la cría
eugenésica, los nazis (hombres) se aprovechaban de sus posiciones jerárquicas
para explotar sexualmente a las chicas y a las mujeres. En las JH tenías
jóvenes (con energía y libido alta) a menudo hermosos (un buen cebo para la
lujuria) mezclados con una estructura autoritaria, donde siempre había alguien
que podía mandar y otro que no estaba autorizado a decir que no, la
promiscuidad era muy alta”. De hecho, el acrónimo de la Liga de Muchachas
Alemanas, BDM, pasó a leerse como Bund Deutscher Matrazen (liga de colchones
alemanes) o Bubi Drück Mich (vamos chico, apriétame fuerte).
¿Cuál es el legado de las JH?
“Después de la guerra, prácticamente todo el mundo había formado parte de ellas
y podían sentirse avergonzados o culpables, así que no se hablaba del tema. Los
de ultraderecha son una excepción, claro”.
Es casi unánime la opinión de que la culpa de la Segunda Guerra
Mundial fue de Adolf Hitler y del expansionismo alemán. Pero eso es
simplificar las cosas a un nivel absurdo. Las causas de las guerras son
siempre más complejas de lo que gustaría a muchos. Si Adolf Hitler fue
el culpable de la 2ª Guerra Mundial… ¿quién tuvo la culpa de Adolf
Hitler? Quizás es más fácil echar la culpa a un hombre malvado que a
todo un pueblo. La Segunda Guerra Mundial fue el resultado directo de la
Primera Guerra Mundial, no fue Hitler sino el Tratado de Versalles lo
que ocasionó la Segunda Guerra Mundial. El final de la Primera Guerra
Mundial fue el comienzo de la Segunda.
El 11 de Noviembre de 1918 se firmo el armisticio que ponía fin a la
Primera Guerra Mundial entre Alemania y los aliados occidentales
(Inglaterra, Francia, Italia, EEUU). Este armisticio se basaba en que el
posterior tratado de paz estaría fundamentado en los 14 puntos del
presidente norteamericano Woodrow Wilson. Los 14 puntos se basaban en
que no habría vencedores ni vencidos, no habría anexiones ni
reparaciones y se crearía una Sociedad de Naciones para evitar nuevos
conflictos armados. Hay que recordar que, militarmente hablando,
Alemania no había sido derrotada por completo y que aún contaba con
ejércitos con suficiente capacidad militar para continuar la guerra. La
rendición de Alemania se debía a su incapacidad económica para continuar
la lucha y al surgimiento de grupos revolucionarios de izquierdas que
pretendían una revolución al estilo de la que en esos momentos sufría la
Rusia Imperial y que desembocaría años después en la creación de la
URSS. Así pues, resumiendo, el armisticio era una rendición basada y
condicionada a la aplicación de los 14 puntos de Wilson. Pero Francia no se conformó con los 14 puntos de Wilson e instó a sus
aliados a presentar sobre la mesa un tratado completamente diferente y
que Alemania, debido a la grave crisis política y económica que sufría,
tuvo que firmar a regañadientes. Este tratado dictado por Francia,
llamado “Tratado de Versalles”, buscaba humillar y debilitar a Alemania
con el objetivo de que en el futuro nunca pudiera volver a amenazar
militarmente las fronteras de Francia ni pudiera rivalizar
económicamente con el resto de potencias. Mediante el Tratado de
Versalles se declaró a Alemania culpable de ocasionar la Primera Guerra
Mundial y se la condenaba a pagar una fuerte indemnización, se la
arrebataban numerosos territorios y se la obligaba a desarmarse.
Alemania perdía muchos importantes territorios: 1-Francia se anexiona Alsacia y Lorena con 14500 km2 y 1.950.000 habitantes. 2-Dinamarca se anexiona el Schleswig del Norte con 4.200 km2 y 75.000 habitantes. 3-La Sociedad de Naciones entrega el territorio de Memel a Francia para su administración y en 1924 se lo anexiona Lituania. 4-Se reinventa el estado de Polonia, estado inexistente desde 1795 y
al cual se entregan los territorios alemanes de: Sudenau, Posen, Alta
Silesia, Soldau y Danzing, una porción de la Prusia Occidental. 5-A Checoslovaquia, estado también creado recientemente, tras la desaparición del Imperio Austriaco, se le entregan los Sudetes. 6-El Saar, una rica región minera queda bajo la administración
francesa, quien la explotara por 13 años, al final de los cuales hará
todo lo posible por quedarse con ella. 7-Bélgica se incorpora Eupen, Moresnet, Malmedy y St Vith. 8-La Renania es ocupada unilateralmente por Francia, desde Diciembre
de 1918 hasta mediados de 1920 y posteriormente en 1923, en dos
incursiones de saqueo. 9-Se declara la existencia de las Repúblicas de Lituania, Estonia y
Letonia, que expresamente habían manifestado su deseo de hacer parte del
Reich. 10-Se reparte el imperio colonial alemán: África del Sudoeste para la
Unión Sudafricana; África Oriental para Gran Bretaña; Nueva Guinea más
los archipiélagos vecinos se entregaron a Australia. El incumplimiento de lo firmado anteriormente, la perdida de
territorios y la constante humillación aliada generaron un profundo
sentimiento de rencor y venganza en el pueblo alemán y destruyeron la
esperanza de que la Sociedad de Naciones, precursora de la ONU,
impusiera justicia y paz en el mundo. Además se expropió a Alemania de
su flota mercante y se la expolió de numerosas obras de arte. A todo
ello se sumaban los 123.000 millones de marcos oro que debía pagar como
indemnización. Por último, la ocupación ilegal de Francia de la cuenca minera del
Rhur en 1921 y el crack económico de 1929, generaron 18 millones de
parados en Alemania, y ocasionaron un grave descrédito a la democracia
de la Republica de Weimar y que surgieran con fuerza varios partidos
políticos que buscaban destruir la democracia y crear un estado fuerte
que vengara al humillación sufrida en Versalles. Entre ellos estaba el
partido nacionalsocialista (nazi), entre cuyos miembros estaba Adolfo
Hitler, que ya en 1923 había intentado un golpe contra la republica
desde Munich. La decisión de llamar a elecciones parlamentarias en
septiembre de 1930, abrió las puertas a los enemigos del régimen
democrático de Weimar. La votación de nazis y comunistas representó uno
de cada tres votos emitidos El carisma de Hitler y las ideas del parido
nazi fueron muy atractivos para amplios sectores de la población
temerosos de ser alcanzados por la ruina económica y social. Su
identificación de los judíos como los responsables de todos los
problemas de Alemania fue vista como creíble por muchos alemanes que
buscaban un culpable para la situación el la que estaban. El 30 de enero de 1933 Adolf Hitler fue nombrado canciller de
Alemania, el 27 de Febrero se producía el incendio del Reichstag
(Parlamento Alemán), que fue atribuido a los comunistas para
desprestigiarles. Tras las elecciones de Marzo el partido nazi consiguió
el 44% de los votos. Posteriormente se ilegalizaron el resto de
partidos y en Julio el partido nazi controlaba el poder de forma
absoluta. Los nazis empezarían su programa para hacer resurgir a
Alemania bajo un gobierno dictatorial: Se eliminaron las organizaciones
sindicales, la independencia de antiguas provincias y las organizaciones
profesionales. A principios de 1935 Hitler contaba con un poder
ilimitado y fue nombrado Presidente, además de Canciller. En Marzo de
1935 denunció el Tratado de Versalles, restableció el servicio militar
obligatorio y se dispuso a rearmarse. En 1936, Renania fue ocupada por
tropas alemanas. El 10 de Noviembre de 1937 se firmó por parte de Hitler
el Protocolo Hossbach, elaborado en una reunión sostenida entre Hitler,
su ayudante Coronel Hossbach y los responsables de las fuerzas armadas
alemanas; en esta reunión se puso de manifiesto la intención de Hitler
de llevar la guerra a Europa, empezando por ocupar Austria, invadir
Checoslovaquia al año siguiente y emprender una guerra contra la Unión
Soviética en una fecha no posterior a 1942. El 12 de Marzo de 1938 las tropas alemanas entraron triunfalmente en
Austria. En Septiembre de 1938 se llevó a cabo la reunión de Munich,
donde los Aliados entregaron los Sudetes a Hitler con objeto de
satisfacer las demandas alemanas a cambio de paz. En Enero de 1939
Hitler reunía en sus manos unos poderes que ningún estadista alemán
había tenido en sus manos; era Fuhrer (conductor) del pueblo alemán y
planeaba llevar a Alemania a la conquista de Europa y después a un Reich
de Mil años. El pueblo alemán había visto como este hombre había
acabado con los problemas económicos y pretendía devolver el honor y los
territorios perdidos a Alemania, además de castigar a los judíos, ya
que los alemanes eran mayoritariamente xenófobos y racistas y veían con
buenos ojos la persecución de los judíos. Los alemanes seguirían a
Hitler de forma fanatica,contentos por la senda de la guerra en busca de
recuperar sus tierras, destruir las democracias occidentales y sobre
todo destruir al comunismo soviético, el mayor enemigo para Hitler y los
nazis.Hay que recordar además
que el pueblo alemán tenia un fuerte sentimiento racista y consideraba a
la raza aria alemana superior al resto de razas, lo cual les servia de
justificación para matar y arrebatar las tierras de las razas que ellos
consideraban inferiores.En
Septiembre del mismo año, 1939, empezaría la Segunda Guerra Mundial con
el ataque alemán a Polonia buscando recuperar el pasillo de Datzing y
los territorios perdidos. En su guerra de expansión Alemania contaría
con la ayuda de la Italia fascista que queria formar un imperio
Mediteraneo y del Japón que quería crear un imperio asiático sin
interferencias de occidentales. Los abusos de los aliados y su desmesurada injusticia con el enemigo
vencido habían creado un monstruo que causaría la mayor tragedia de
Europa, los aliados debían entrar en guerra para proteger a los nuevos
estados surgidos tras la Primera Guerra Mundial a base de repartirse el
territorio de los derrotados y aunque no querían una nueva guerra eran
esclavos de su pasado. Debían combatir al Eje formado por los estados
totalitarios Alemania, Italia y Japón para defender la democracia que
habían instaurado. La guerra crearía millones de muertos y destruiría
muchos países, después de la guerra EEUU y la URSS serían las únicas
potencias dominantes en el Mundo.