Atención a la diversidad:
FICHA 15.- El imperialismo y el reparto colonial
Los
gobiernos de las grandes potencias europeas con importantes instalaciones
industriales en sus territorios mantuvieron unas políticas de apoyo al
capitalismo y buscaron nuevos mercados en donde comprar materias primas baratas
y vender los productos de sus fábricas.
Esto,
unido al deseo de conseguir prestigio político y de dominar lugares
estratégicos, los llevó a conquistar y ocupar, a finales del siglo XIX,
territorios (colonias) en el continente africano y en el asiático.
De
este modo, ayudaron a solucionar otro problema que se había generado en los
países industrializados: por un lado, los avances científicos habían permitido
el aumento de la población y, por otro, el descenso de los puestos de trabajo,
al sustituir la mano de obra por las máquinas.
Estas
nuevas colonias sirvieron para que los europeos emigraran con el fin de evitar,
en sus países de origen, el paro y los conflictos sociales que este generaba.
Las colonias suministraron cuantiosas materias primas para abastecer los
mercados y las fábricas de las metrópolis.
Las
metrópolis (países colonizadores) más importantes fueron Reino Unido y Francia.
La construcción del canal de Suez (1859-1869),
promovida por Napoleón III, emperador de Francia, significó una considerable
reducción del trayecto del viaje entre los puertos británicos y la India.
Pero este reparto tuvo también sus consecuencias:
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Las culturas indígenas fueron relegadas y se impuso la cultura europea, lo que
contribuyó a que se extendiera el racismo y la segregación racial que,
en ocasiones, han perdurado hasta hoy.
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Entre las potencias surgió una fuerte rivalidad por el dominio de las colonias,
que terminó en una guerra mundial.
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Las grandes diferencias económicas y sociales entre los habitantes de los
países coloniales y los colonizadores fueron tan acusadas que incluso
se pueden percibir en la actualidad.